15 de agosto de 2011

Hard Eight (1996)


(acá abajito, una muestra de mala escritura)

La primera película de PT Anderson es, ciertamente, no tan deslumbrante ni compleja como Magnolia. Tampoco tiene los delicados ambientes de Punch Drunk Love, ni los travellings de Boogie Nights, y tampoco logra el éxtasis de There Will Be Blood. Pero sí tiene un poco de todos los elementos anteriores, y eso, creo, le da la consistencia necesaria a PT Anderson para tener su silla de director. Ser consecuente contigo mismo, mantener tu estilo y mejorarlo es al fin y al cabo la base para ser individuos y la razón también de que exista el adjetivo “cine de autor”.

En Hard Eight todos los personajes están desesperados y desolados. Cuando Sidney los reúne estos se aferran como si estuvieran a punto de caer desde un avión. Así como la vida del casino: todo viene y se va. Sidney es un gran personaje, cuando aparece lo primero (y único quizás) que sabremos de él es que intenta ayudar a John sin doble intención aparente, y no solo ayudar como quien tira unas monedas a quien toca la guitarra fuera del metro, sino que le ofrece un viaje y un maestro, le ofrece alguien al volante. He ahí el misterio. Claramente es un suceso extraño para comenzar y más aún cuando está el dinero y el casino y las armas y las mujeres entre medio. No soy de los que se ponen detectives con las películas, pero con la vibra que emanaba de John y Sidney (que por cierto no es ocasional), esperaba que a cualquier momento el guión quedara dado vuelta. Pero eso no pasa, hay nuevos datos sobre la vida anterior a su encuentro pero nada sobre malignas intenciones ocultas.

La familia es el tema de PT Anderson. Todos tienen sus cosas: Tarantino el género fílmico, Charlie Kaufman la femme fatale y, Anderson, la familia y sus negligencias. Acá si tiene una presentación más agresiva, quizás fue a manera de introducción; su tarjeta de entrada al mundo del cin, para que de allí en adelante la crítica y todos sus amigos tuvieran el oído, y el cuerpo entero, más agudo con esos asuntos. Está Sidney comiendo con Clementine en una charla parecida a la que tuvo con John al inicio de la película, y que de hecho tiene el mismo fin. Cuando Clementine le pregunta si tiene hijos, Sidney le explica que ya no habla con ellos pero que tenían una edad parecida a la de ella y John. Pasan unos segundos y se escucha a alguien que grita FUCK en una de las mesas contiguas a la vez que la cámara se mueve, rápidamente, hacia donde estaba el tipo que se levanta indignado y con estrépito de la mesa. La cámara vuelve, Clementine perpleja, y se cambia la escena. La escena del final es algo parecida, ambas tienen esa especie de razón conceptual. Filete.

Más adelante Sidney logra juntar a Clementine y John, que creo va por dos motivos. Primero que a John le gustaba Clementine, y Sidney tiene una deuda con él en su conciencia. Segundo, Sidney está intentando reconstruir de alguna forma la familia que en algún momento tuvo (no por nada el comentario sobre sus edades); es un tipo duro, que tuvo un pasado subversivo; entiende sobre la calle, sobre la gente, sobre sus intenciones, y con ellos viene a redimirse.
La falta de conocimiento es una de las gracias de la película. Poco  y nada sabemos sobre el Sidney de antes de entrar a la cafetería, su aura misteriosa nos hace prestar mayor atención a cualquier dato que por accidente caiga en nuestra retina. Como cuando recién conocemos a alguien.
De hitchcock poco he visto, pero lo único que leí sobre él y su estilo fue que tenía personajes así, que no mostraban sus motivaciones, y si algo mostraban era siempre oscuro e inconsistente. Me imagino que a Hitchcock le gustaría Sidney. Pero ya me fui por las ramas. A lo que iba luego de explicar el plan y las motivaciones de Sidney es el meollo de la película, o de alguna forma el “asunto ideológico/moral” que se desprende del camino en el que van cayendo los personajes. Después de esa escena en el hotel en que S reúne a C y J, todo se va a la mierda. Salen juntos una tarde y arruinan todo lo que S había armado desde ese punto hacia atrás. Esa misma tarde también a Sidney lo atormenta un fantasma del pasado: pierde 2mil dólares apostando al Hard Eight. Ese es el vuelco de la película, el cambio de rollo. Lo que entonces infiero que PT Anderson intentaba decir, denuevo con esa agresividad con la que se toma el asunto de la familia, es que la familia es una sola; una sola que hay que cuidar, y una vez que esta se estropea entonces no puedes intentar recuperarla rescatando rezagados en las calles y casinos.
Quizás para PT no existe la redención, quizás por eso las dos escenas finales. Para que Sidney consiguiera ganar con el Hard Eight Jimmy tuvo que chantajearlo, robarle, ir al casino, apostar al mismo número, ganar, y llevarse una mujer a la casa para que S lo estuviera esperando con la pistola cargada. Sólo así se gana su dinero, con el disfraz del pasado. Quizás ser consecuente es la única forma de conseguir tus metas, así como Anderson lo ha sido en sus películas, así como Sidney le ganó al casino.
En el resto de su filmografía, a excepción de la última por un asunto lógico, a PT Anderson le encanta filmar las calles y los viajes en auto. Como dije antes, en su opera prima están también presentes los elementos a los que luego se asociará su nombre. Así que Hard Eight por tratarse de una película que explora el mundo del juego, además de las luces que integran el ambiente del casino, en las calles también es posible notarlas. Hay varios encuadres con grandes letreros luminosos que terminan por dar esa estética como si la vida de todos sus personajes se apostara en las calles de un gran casino urbano.

Sus personajes son menos fantasiosos que en las demás entregas (también hay menos personajes). Está Sidney y John que resaltan y contrastan sus caracteres, y llegan a ser cómicos y casi ridículos por ello (así como el Adam Sandler en PDL) pero C y Jimmy son bastante planos y no hacen más que representar. Jimmy (Samuel L. Jackson) además, no tiene un papel muy diferente a los que suele interpretar, esa cara y esos tonos y esos gritos ya se los conocemos por lo que no sorprende ni aporta nada nuevo.

La música excelente como siempre. Jon Brion en las herramientas.

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